Los carnavales de Lantz son tan antiguos que aunque se crea que datan de la Edad Media, este dato no es realmente algo de lo que nos podamos fiar.
Lo único que sabemos con seguridad es que fueron celebrados en conmemoración de la muerte de un bandido que robaba al pueblo. La leyenda es la siguiente: Lantz era un territorio de paso obligado entre Pamplona y Francia, por lo que muchos viajeros que hacían ese recorrido decidían pernoctar en la posada del pueblo. Según cuenta la leyenda, una de estos visitantes (representado en los carnavales por el personaje de Miel Otxin) cometió varios robos entre los habitantes de Lantz, por lo que fue capturado y juzgado por los propios vecinos. Así, varios habitantes de Lantz, acompañados por el fuerte Ziripot, y ocultando sus rostros para no ser reconocidos (txatxos) salieron a la captura del malvado ladrón, condenándole a muerte mediante dos tiros y quemándole finalmente en una hoguera encendida en medio de la plaza del pueblo. Mientras el malvado Miel Otxin emprendía su huída por las calles de Lantz, su caballo, Zaldiko, en vestía en repetidas ocasiones a Ziripot, por lo que los herreros intentaban sin éxito colocarle las herraduras. Toda esta historia es representada año tras año en los carnavales de Lantz, que finalizan con el momento cumbre de la leyenda: la quema del ladrón Miel Otxin
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